
Lola se llevó una decepción al oír por la tele que las rocas lunares eran de basalto, porque desde pequeña había creído firmemente que la Luna estaba hecha de queso. Para conservar en parte la ilusión, se convenció a sí misma de que el Sol era de miel, suponiendo que ningún astronauta entrometido iría hasta allí para comprobarlo... 
No hay comentarios:
Publicar un comentario