Cuento mi vida pero lees la tuya.
Nombro un paisaje de mi infancia y tú visitas
-tramposo- aquel camino de arena hacia la playa
por donde corre un niño feliz, que no soy yo.
Actúas siempre así, lo sé por experiencia.
¿Qué importa que yo tenga un nombre propio?,
tú lo expropias. Si hablo de mi pueblo,
es tu ciudad. Se transfigura en álamo
el pino de mi casa. Mis amigos
son mis desconocidos de repente.
Y hasta mi amada es ya tu amada.
(...)
Enrique García-Máiquez

No hay comentarios:
Publicar un comentario